* Podéis hacerlas en formato papel o digital, como prefiráis, y dármelas en clase o mandarlas al correo lenguacurtis@iesdecurtis.gal.
Él llamaba con toda su fuerza a alguien que pudiera ayudarle. Sabía que la puerta se había quedado atascada y que le resultaría muy difícil, casi imposible, salir de allí sin ayuda. Los pensamientos se agolpaban en su mente y no le permitían buscar una solución a aquella embarazosa e inesperada situación, que él mismo había buscado por su propia mano.
La curiosidad le había jugado una mala pasada: había entrado en aquel cuarto porque siempre que veía hacer lo propio al doctor Garriga y a su enfermera se preguntaba qué se les perdería allí dentro. No lo dudó; cuando vio que estaba solo en el pasillo se dirigió a la puerta y, sin pensárselo dos veces, entró. La puerta, inesperadamente, se cerró tras él y ahora de ninguna manera podía abrirla; el sudor resbalaba por aquellas mejillas arrugadas y tostadas por el sol y humedecía de manera ciertamente molesta las manos extremadamente delgadas y curtidas por el trabajo en el jardín; su carácter extrovertido y dicharachero, siempre positivo, estaba ahora eclipsado por aquella comprometida situación. De repente, el corazón empezó a latirle con fuerza: la manilla de la puerta se movía, alguien iba a entrar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario