El teatro romántico, posiblemente por su dinamismo (acciones variadas y de rápida sucesión en el tiempo) y por el efectismo sentimental y escenográfico, recibió una buena acogida por parte del público y tuvo un éxito importante. A continuación se citan las características propias de este género durante el Romanticismo:
- Se cultiva el DRAMA, en el que se mezclan elementos trágicos y cómicos (predominio de los primeros).
- El tema central es siempre el AMOR TRÁGICO, FRUSTRADO, IMPOSIBLE. A veces se usa como fuente de inspiración alguna leyenda, la propia historia o la literatura.
- Se rompe la regla de las tres unidades:
- Unidad de tiempo: se dan grandes saltos temporales y la historia puede desarrollarse a lo largo de muchos años...
- Unidad de lugar: la acción transcurre en diferentes decorados, con un gran sentido efectista (naturaleza agrestre, turbulenta; ambientes sepulcrales, misteriosos...)
- Unidad de acción: No hay una sola línea argumental, sino varias que se mezclan, se superponen o se utilizan como contrapunto (tal y como ocurría en el Barroco)
- La escena romántica se llena de escenas de noche, sepulcros, desafíos, muerte... Y de efectos especiales que conmueven e impresionan o aterran al espectador.
- Los protagonistas son tipos cínicos y llenos de misterio, marcados por un destino fatal, una fuerza superior que los domina o/y los persigue.
- El drama se divide en cinco actos.
- En las obras puede mezclarse prosa y verso, hay polimetría y el lenguaje muestra la vehemencia sentimental propia del Romanticismo (exclamaciones, interrogaciones, adjetivación...)
- Los autores no pretenden educar sino conmover, impresionar, disgustar (frente al carácter marcadamente pedagógico del teatro neoclásico ilustrado)
- Tres de los dramaturgos románticos más conocidos son:

- Francisco Martínez de la Rosa, autor de la obra inaugural del Romanticismo español: La conjuración de Venecia (1834).
- Ángel Saavedra, duque de Rivas: Don Álvaro o La fuerza del Sino.
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