Cuando se dio cuenta de que apenas quedaba ya nadie a su alrededor era ya demasiado tarde. Su mejor amigo se lo dijo cuando se despidieron en la estación: nadie va a querer cerrar un local si al día siguiente tiene que madrugar, afeitarse e irse al trabajo.
Cuando se oyeron las sirenas de los bomberos en la lejanía volvió a pensar que algo raro estaba pasando: se acabó de tomar rápidamente la cerveza que le quedaba en el vaso y se dispuso a emprender la retirada. Cuando desde megafonía se avisó de un incendio, empezó a correr hacia la puerta. Cuando se viven situaciones tan peligrosas uno quisiera dormirse y no despertar en horas... Se empezó a respirar con dificultad dentro del local...
No hay comentarios:
Publicar un comentario